Discurso del Rector
7 October 2003
Discurso de apertura de curso 03 04
ALTEZA REAL
MOLT EXCEL. LENT PRESI DENT DE LES CORTS VALENCIANES.
EXCMOS. SRES. RECTORES MAGNíFICOS DE LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE Y DE LA UNIVERSIDAD DE MURCIA.
HONORABLE SENYOR CONSELLER
EXCMO. SR. PRESIDENTE DEL CONSEJO ECONÓMICO EXCMAS. E ILMAS. AUTORIDADES
COMPAÑEROS DEL CLAUSTRO DE PROFESORES Y DEL PERSONAL DE ADMINISTRACiÓN Y SERVICIOS. MIEMBROS DEL CONSEJO ECONÓMICO.
ALUMNAS Y ALUMNOS
SEÑORAS Y SEÑORES
Ante todo quiero expresar mi más cordial felicitación a su Alteza Real, la Infanta Doña Margarita de Borbón, por su nombramiento como Doctora Honoris Causa de nuestra Universidad. La comunidad de la Universidad MH se llena de orgullo y satisfacción por recibir en su claustro de doctores a tan itustre señora, y en su nombre le expreso nuestro reconocimiento por haber aceptado ese nombramiento.
Su Alteza Real Doña Margarita de Borbón V Borbón. Infanta de España, Duquesa de Hernani y Duquesa de Soria, Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, Premio Mundial de la UNICEF, Medalla de oro de la Cruz Roja, Premio Niños del Mundo, Premio Salud Data, Presidenta de Honor de la delegación de Madrid de UNICEF y de la Asociación de Recuperación, Ayuda y Formación de niños invidentes, y Vocal del Patronato de la Fundación ONCE, preside, como ustedes han oído, junto con su marido, Don Carlos Zurita, la Fundación Cultural Duques de Soria, constituida en 1989 y dedicada al fomento de los estudios hispánicos y a la colaboración con instituciones que se dedican a la difusión del castellano; y en su trabajo se ha destacado por su apoyo a actividades de carácter benéfico y a favor de los colectivos más desfavorecidos, sobre todo en aquéllas más relacionadas con el mundo de la infancia.
El 2 de julio de 2003, pronunció su Alteza Real con motivo de la inauguración del curso de la Fundación las palabras siguientes: “Es evidente que todos los que estamos de una u otra forma en la Fundación estamos firmemente convencidos de la importancia de desarrollar y extender la cultura. Por eso estamos aquí. Pero hoy, frente a la tendencia dominante que tantas veces equipara cultura a ocio y espectáculo, desde la Fundación levantamos nuestra voz, que es la del creciente colectivo de científicos y estudiosos que se agrupan en torno a nuestros programas, para reivindicar con firmeza la importancia vital de la cultura en esta encrucijada de la historia de la humanidad.
“Desde que hace ya algunos millones de años los primeros humanos empezaron a serio porque se hacían preguntas y porque buscaban respuestas, la humanidad se ha enfrentado siempre a muchas más pregu ntas que respuestas ¿Cómo conservar nuestra curiosidad, nuestra capacidad de duda, de crítica, de análisis, a salvo de esta anestesia ambiental que como mínimo nos desorienta, y que amenaza con adormecer y engañar precisamente aquellas cualidades que nos hacen humanos? Sólo el desarrollo de la cultura, y su extensión a toda la humanidad, puede dotarnos de los instrumentos y de la formación necesaria para poder discernir, para poder seguir buscando las verdades auténticas sin dejarnos engañar por verdades virtuales. Y seguir buscando es, en definitiva, seguir pensando, que es tanto como seguir siendo humanos.”
Esas palabras suyas significan, sin duda alguna, una declaración de principios que esta Universidad hace propios. Pero además, su vida dedicada a la cultura y a la ayuda a los más desfavorecidos constituye un ejemplo para todos los miembros de nuestra comunidad universitaria y un modelo de vida que coincide igualmente con los ideales que en esta casa nos guían. Por todo ello, debemos proclamar la íntima satisfacción que produce recibir en nuestro claustro una nueva maestra de vida, la primera mujer por cierto a la que hacemos doctora honoris causa. Es además una expresión más del apoyo constante que la Casa Real ha dado siempre a la investigación y la cultura. Gracias.
El año pasado, con ocasión de la solemne apertura del año académico, decía yo que nuestra Universidad comenzaba ese curso en un escenario nuevo. Con la LOU aprobada, y con el Reglamento de las elecciones a Claustro publicado, estaban dadas las condiciones para que pudiéramos efectivamente iniciar nuestro proceso constituyente. Adelantaba también que en unos días propondría, como así lo hice, a la Comisión Gestora de la Universidad el acuerdo de convocatoria a elecciones a Claustro Constituyente, y que, una vez constituido el Claustro, se constituiría asimismo el Consejo de Gobierno de la Universidad, que redactaría y aprobaría la normativa de elección del Rector; que después se produciría esa elección, y que, acto seguido, el Claustro abordaría la tarea de redactar y aprobar los primeros Estatutos de la UMH.
Hoy puedo decir que toda esa tarea se ha cumplido puntualmente, y la hemos llevado a cabo entre todos, sin prisa, pero sin ninguna pausa, ordenada pero contundentemente. Se eligió el Claustro, se constituyó el Consejo de Gobierno, elegimos al Rector y aprobamos nuestros estatutos que, puntualmente, quedaron enviados al Presidente de la Generalitat Valenciana, para su aprobación y publicación si procede.
Por otro lado, el Programa de Excelencia para el Gobierno de la Universidad que presenté a nuestra Comunidad Universitaria en el momento electoral deberá servir, como allí decía, de guía para la redacción de dos documentos muy importantes: el Plan EstratéQico de la Universidad, cuyo primer borrador base está avanzado, para que inmediatamente la comunidad universitaria pueda pasar a trabajar en él; y el Segundo Plan Estratégico de Calidad, que se ha remitido a todos los que ostentan cargos de gestión en la universidad para su difusión y remisión de críticas y sugerencias, que el Comité de Calidad pueda tomar en consideración.
De las acciones que se establecen en ese programa de excelencia, hemos ejecutado ya la práctica totalidad de las previstas en este año de 2003, y ejecutaremos el resto en los tiempos establecidos. Se ha aprobado el pago adelantado de las retribuciones autonómicas; se han generado todas las facilidades para que los profesores puedan solicitar y obtener en las mejores condiciones su acreditación docente; nuestros estudiantes ya disponen de una cuenta de correo electrónico al efectuar su matrícula; se ha consolidado el programa de pago aplazado de matrícula sin gastos ni comisiones; se ha ejecutado el programa de seguro bonificado de pago de matrícula; se ha puesto en marcha el sistema de promoción “Universitario cinco estrellas” para potenciar la inserción laboral de nuestros estudiantes con un éxito brillante; se ha aprobado un reglamento de usuarios que agilizará y facilitará los préstamos bibliotecarios y regularizará los tiempos de préstamo; se ha reforzado la política de ayudas para fomentar los estudios universitarios de nuestro personal; se ha aprobado un ambicioso plan de formación para el POI y un nuevo programa de Formación Permanente del PAS; se ha puesto en marcha la jornada laboral de 35 horas y el Plan de Horario flexible; se ha puesto en marcha el Plan de Pensiones de Empleo propio; está terminado, pendiente de aprobación, el Segundo Plan director de Mejora de la Calidad de la gestión. Con ello hemos cumplido el 85 % de los objetivos que teníamos previstos alcanzar al 30 de octubre de este año, y estoy seguro de que a final de año estarán cubiertos el 100 %.
Sin duda hemos trabajado mucho y con muchos sacrificios, y honestamente creo que los resultados que hemos alcanzado son excelentes y debemos sentirnos contentos y satisfechos.
Pero eso no quiere decir que hayamos terminado el trabajo. Algunas cosas que me hubiera gustado poder ver resueltas para este curso han quedado pendientes, y muchas otras nuevas nos están esperando por hacer. Queda un largo camino por andar para construir la Universidad que queremos.
Tenemos sin duda una gran oportunidad para forjar una universidad pública, bien estructurada, de calidad y con responsabilidad social. Hemos puesto las bases para ello. y esa construcción hay que hacerla con referencia al proceso de harmonización de la educación superior europea.
España afronta un futuro en el que la potenciación de la sociedad del conocimiento es la única respuesta razonable si hemos de asegurar a todos los ciudadanos una calidad de vida digna de un país desarrollado.
Precisamente, la formulación de la Declaración de Bolonia contiene el objetivo de generar en Europa una formación superior que permita abordar con eficacia la Sociedad del Conocimiento.
Formación:
En esa sociedad del conocimiento, y en el tejido empresarial que emerge en ella, juega un papel fundamental la formación centrada en el binomio enseñanza-aprendizaje; una formación que debe centrarse en el estudiante para capacitarle en el buen ejercicio de su formación; pero que debe ser una formación entendida como enriquecimiento de la calidad humana de las personas, y como oportunidad para el desarrollo de sus capacidades y de su creatividad; una formación que permita a las personas ser cada vez más autónomas, más responsables y más capaces de resolver problemas, aportando ideas y proyectos ante las nuevas oportunidades; una formación que potencie la capacidad de integrar las aportaciones de cada cual en un proyecto de empresa mediante el trabajo en equipo; una formación en nuestra cultura que inculque los actitudes y valores propios de una sociedad libre y democrática.
Precisamente, la adaptación a Europa, según el espíritu de Bolonia, obligará a acortar la mayor parte de las carreras, así como a plantear nuevos esquemas para el postgrado y una potenciación de la formación continua. Nos vamos a encontrar en un marco verdaderamente nuevo, que puede entrar en colisión con las tradiciones más arraigadas en nuestras instituciones Universitarias, acostumbradas a diseños curriculares de mayor duración. Y, en ese trance, si nos limitamos a una adaptación puramente mecánica a las nuevas exigencias perderemos la oportunidad de aprovechar y potenciar nuestras mejores posibilidades académicas y científicas.
Una formación, además, que ahora debe también considerar la obligación normativa que se contempla en la LOU de Acreditar la calidad de nuestras titulaciones en virtud de los estándares que desde la ANEGA se fijen en cada caso. Esta acreditación, para el que nuestra Universidad se ha estado preparando y dónde hemos empezado con decisión y buen paso a adoptar las medidas necesarias con el Programa Excelsa, supone una garantía para estudiantes, profesores y para la sociedad en su conjunto y se suma a las acciones que ya hemos adoptado en estos años para asegurar e incrementar la calidad de nuestra docencia.
Por otro lado, la incorporación real del Espacio Europeo de Educación Superior implica la potenciación de una amplia movilidad geográfica; la posibilidad de hacer parte de la carrera en otras universidades, en otros países de la Unión; la mejora de la formación de los estudiantes para ello; el aseguramiento de la igualdad de oportunidades, mejorando la cuantía, cantidad y calidad de las becas para nuestros estudiantes y la generación de una política de becas y ayudas para el profesorado, de manera que nadie que tenga capacidad pierda la oportunidad.
Los gobiernos deben otorgar incentivos a la movilidad, mejorando al apoyo al estudiante, el asesoramiento académico y profesional, el reconocimiento los títulos. Deben mejorarse las salidas profesionales para los jóvenes investigadores y profesores, incluyendo medidas para animar a los doctores jóvenes a trabajar en Europa. Nuestro programa de reconocimiento al que hemos llamado “universitario cinco estrellas”, busca precisamente como uno de sus objetivos, promocionar entre nuestros estudiantes esa dimensión europea de su curriculum que, poco a poco se está convirtiendo en una exigencia. Y, desde luego, las universidades deberemos desarrollar programas conjuntos fomentando el intercambio de las mejores prácticas a partir de los actuales proyectos piloto y alentando el uso extendido del sistema de transferencia de créditos europeos.
Investigación:
Si el afrontamiento de la sociedad del conocimiento, y la adaptación al nuevo marco del espacio europeo de educación superior, suponen un cambio y un esfuerzo importante en el ámbito de la formación, mucho más ocurre en el ámbito de la investigación. Las Universidades españolas generamos el 70 por ciento de la producción científica del país, pero necesitamos la inversión de nuevos recursos, y, en esa inversión, no sólo será importante la cantidad, sino también la forma en que se aplique. España debe aumentar sustancialmente su esfuerzo en 1+0, multiplicando como mínimo por dos la inversión de recursos en esta actividad tan fundamental. Por su parte, la I+D empresarial española, no siempre con la dimensión y fortaleza que a todos nos gustaría, podría beneficiarse de su alianza estratégica con universidades como la nuestra con una clara vocación hacia la empresa. La I+D debe ser parte de la cultura y la estrategia de la empresa y ahí estaremos nosotros siempre que se nos requiera. Desde la Administración debe favorecerse los esfuerzos para la creación de núcleos empresariales (startups) y la movilización de recursos financieros de capital riesgo para el desarrollo de una base empresarial altamente tecnológica.
En la Universidad la relación entre la investigación y la enseñanza es fundamental y uno de sus rasgos definitorios. Los gobiernos han de ser conscientes de esa interacción y deben promover vínculos más estrechos entre el espacio europeo de educación superior y el espacio europeo de investigación como un modo de fortalecer la capacidad investigadora de Europa y para mejorar la calidad de la educación universitaria. La universidad necesita seguir insistiendo a favor de una enseñanza y un aprendizaje impulsados por la investigación.
La ciencia, y la enseñanza, como decía Ortega, son dos de las cosas más altas que el hombre hace y produce. Pero, decía él, son cosas diferentes. Porque la ciencia es creación, mientras que la acción pedagógica se propone enseñar los resultados de esa creación, digerirla para transmitirla e inyectarla. Ambas cosas implican una vocación peculiarísima en la especie humana, pero una vocación diferente.
Es preciso separar la enseñanza profesional de la investigación científica y que ni en los profesores ni en los estudiantes se confunda lo uno con lo otro, so pena que lo uno dañe a lo otro. No por ello dejaba Ortega de postular que los titulados universitarios de todos niveles deben tener contacto con un entorno investigador y que su formación debe estar basada en investigación.
Como el mismo Ortega decía también, si la cultura y las profesiones quedaran aisladas en la Universidad, sin contacto con la incesante fermentación de la ciencia, de la investigación, se anquilosarían muy pronto en sarmentoso escolasticismo.
La ciencia es la dignidad de la universidad, más aún es el alma de la universidad; y, por ello, debemos reclamar los medios necesarios para poder hacer ciencia desde la Universidad. Por ello, debe tomarse en consideración la posibilidad de que la plantilla de personal de la universidad incluya investigadores contratados a tiempo completo, y que nuestros profesores puedan recorrer con tranquilidad la gama completa que va desde 100 % de investigación y 0% de enseñanza, a 100% de enseñanza y 0% de investigación. Por ello, deberemos hacer un esfuerzo para la formación de investigadores, dignificando la situación de los becarios y resolviendo los múltiples problemas que ahora tienen. Necesitamos más investigadores bien formados y altamente capacitados. Esos investigadores sólo se obtienen a partir de una formación de calidad, que trasmita al alumno una capacidad crítica, que se cuestione el estado del conocimiento y del saber, para trascender los límites del mismo, y una formación dialéctica, en la que el conocimiento se genera del contraste de ideas, experiencias y datos.
Necesitamos erradicar la precariedad de muchos de nuestros investigadores, si queremos consolidar la investigación en nuestra patria. Debemos promover la movilidad del personal investigador, en la medida que es un cauce para la mejor formación de nuestros investigadores y una vía para el necesario y enriquecedor intercambio de conocimiento. Lograr una investigación de calidad requiere; establecer prioridades y concentrar recursos; disponer de un buen sistema de evaluación sistemática, independiente, eficaz, y transparente tanto para los concursos de méritos y de contratación del personal investigador como para la evaluación de los proyectos de investigación; requiere acabar con la precariedad laboral del becario; favorecer los contratos laborales ordinarios y un sistema de retribución variable en función de los resultados obtenidos; definir unas líneas prioritarias claras; concentrar esfuerzos; asegurar un apoyo estable y mantenido en el tiempo; dar cuenta de los resultados; y crear centros de excelencia. Y ese esfuerzo debe ser conjunto, entre Universidad, Gobierno y Sociedad.
Servicios: Universidad
y sociedad.
El otro de los retos más importantes y significativos que se plantean en el contexto global de una sociedad compleja y en transformación es la inexcusable interrelación entre las Universidades, y su contexto socioeconómico.
Sin duda, durante los últimos años hemos conseguido una clara aproximación entre nuestra Universidad y las empresas de su entorno. Hemos conseguido progresos importantes en la colaboración respectiva; pero tenemos la clara conciencia de que esas relaciones se han de intensificar no sólo cuantitativa sino cualitativa mente, para dar respuesta a las nuevas demandas y necesidades de capital humano y conocimiento que el mundo empresarial tiene planteadas.
El desarrollo sostenible de nuestra sociedad requiere la transformación de su tejido productivo y empresarial y la adaptación de las estrategias y recursos, de forma que podamos hacer un uso óptimo de ellos. En ese entorno, el capital intelectual juega un papel fundamental, y la gestión del conocimiento se ha convertido en una tarea estratégica, y para ello es hoy imprescindible la denominada tecnología de la información.
Una sociedad como la actual, puede ser caracterizada como sociedad en red, y en ella es absolutamente fundamental asegurar y potenciar la vinculación y cooperación de instituciones y organizaciones, inspirada en la vocación de servicio y orientada, sobre todo, a las necesidades y demandas de sus destinatarios”.
El conjunto de las nuevas tecnologías ligadas a ese concepto de “sociedad en red” están abriendo un gran cúmulo de oportunidades para la formación y para la gestión del conocimiento en las instituciones y en las empresas. Permiten y facilitan la formación a distancia que abre nuevas posibilidades a colectivos con dificultades de acceso a la formación por problemas de desplazamientos o de horarios, y que amplían enormemente la oferta formativa disponible. Pero además posibilitan una formación de la más alta calidad, con los mejores programas y los mejores especialistas, porque pone a nuestro alcance todo lo que se escribe, se piensa o se investiga en el mundo. De ese modo la formación a distancia va a ser, dentro de muy poco, no sólo un recurso subsidiario, sino necesariamente complementario de la formación presencial.” Se están configurando nuevas formas de organizar e impartir la formación, y se desarrollan aplicaciones y estructuras que la hacen posible. Se habla de universidades o campus virtuales, de portales que combinan una gran diversidad de servicios formativos y ensayan nuevas formas organizativas y didácticas que transforman el proceso de aprender y enseñar. Nuestra Universidad participa y participará decididamente en proyectos europeos que han desarrollado estas técnicas y metodologías, y esperamos que esa participación sea cada día más profunda e intensa.
Ahora bien, si queremos un desarrollo potente de los servicios de tele-formación necesitamos unas redes de telecomunicaciones capaces de transportar grandes cantidades de información, y hacerlas llegar en tiempo instantáneo a cada ciudadano y a cada institución o empresa. Es necesaria una red rápida y capaz, que se configure como el auténtico tejido nervioso de nuestra sociedad y sobre todo que nos permitan tejer un sólido entramado universitario autonómico, nacional e internacional.
Final.
Todo eso es lo que deberemos hacer, y lo deberemos hacer con la filosofía de la calidad total. La vocación de la UMH ha de ser siempre, establecer sólidamente lo que ya tenemos, Avanzar, Mejorar, Innovar, Verificar lo conseguido, y evaluarlo, para de nuevo avanzar y mejorar. Este es el círculo de la calidad total, y para mantenerlo en movimiento, debemos creer en el futuro, en la excelencia, en la innovación, en la cooperación, en la solidaridad; en la libertad.
Hemos de conseguir, entre todos, la mejor enseñanza, el mejor aprendizaje, la mejor investigación, la mejor gestión, los mejores servicios, y la mejor cultura. Yeso requiere no sólo medios y los recursos, que reclamamos y reclamaremos, sino también la capacidad y la audacia para diversificar y definir nuestros estudios, para revisar nuestros planes de estudio y, sobre todo, para potenciar las actitudes y disposiciones personales de colaboración, de trabajo, y de búsqueda de la excelencia.
Y, ciertamente, nuestro esfuerzo debe verse recompensado con el apoyo de nuestra administración autonómica. No puedo dejar de solicitar de nuevo a nuestro gobierno, la ayuda que necesitamos para nuestro desarrollo y culminación. Debo insistir en la necesidad de un trato diferenciado, porque siempre he defendido que cada universidad de nuestro sistema público debe recibir lo que real y objetivamente necesite, para poder dar el servicio público al que está obligada, en las condiciones adecuadas. Nuestra Consellería está abordando ya la reforma de nuestro Plan de Financiación de las Universidades valencianas, que si bien ha cumplido un excelente papel, es sin duda mejorable, por cuanto debe recoger, junto al establecimiento de los parámetros básicos estándar, también esas diferencias entre las universidades, e introducir parámetros nuevos que han ido surgiendo, como es natural en una sociedad dinámica como la nuestra. Espero que el nuevo plan pueda reflejar las diferentes necesidades de cada una de las universidades valencianas.
Y en ese trance le pedimos a nuestra administración autonómica que asuma las ineludibles inversiones que esta universidad necesita para culminar su construcción y prestar a la comunidad sus servicios de forma adecuada, y en condiciones semejantes, a las otras universidades públicas; para que alcance el mínimo necesario y suficiente para poder competir de una forma realista y adecuada.
Me gustaría ahora dar las gracias, primero, a mis compañeros de la comunidad universitaria, al personal docente e investigador, al personal de administración y servicios y a nuestros estudiantes. Amigas y amigos míos, este es la séptima inauguración de curso que tengo el honor de presidir, pero es la primer que presido como Rector electo. Yeso ha sido posible gracias a vosotros. No debo ni puedo olvidarlo. Con vuestra ayuda, no yo, sino todos, hemos conseguido una buena parte de los objetivos trazados, y seguro que conseguiremos todos los demás. Todo ello me llena de alegría, pero también de reconocimiento hacia todos vosotros. Gracias también a quienes habéis tenido la amabilidad de venir a acompañarnos en este acto, Diputados Nacionales, Autonómicos y Provinciales, representantes de los Ayuntamientos, del Consejo Jurídico Consultivo, de las Fuerzas Armadas, Guardia Civil y Policía Local, de los Sindicatos, de los Hospitales, de las Cajas de Ahorros, de la Fundación ONCE, UNICEF, de los Colegios Profesionales, de las Asociaciones Industriales, de los Centros de Enseñanza Secundaria, y de los medios de comunicación.
En segundo lugar, debo agradecer a muchas personas su ayuda para llevar a cabo mi labor: a la Comisión Gestora, hoy ya desaparecida, al Consejo de Gobierno, al Consejo Económico, a los Ayuntamientos en los que se encuentran nuestros campus y a sus Alcaldes, pero también a muchas instituciones, que cotidianamente trabajan con nosotros: a la Diputación Provincial; a las organizaciones empresariales, a los cientos de empresarios, que acogen a nuestros alumnos y a nuestras propuestas; y a las numerosas sociedades que tienen la amabilidad de colaborar con la universidad.
Y permitidme que dé las gracias, en especial, a unas cuantas personas concretas que me han acompañado hasta ahora en este tremendo pero también maravilloso viaje; y que hace unos días, al finalizar el pasado curso, han terminado su tarea como vicerrectores, para asumir otras tareas en la Universidad. Gracias a Jesús Pastor, a Carlos Pastor, y a Francisco del Campo, sin ellos, y sin el resto de nuestros compañeros del equipo de gobierno, esta historia, y, desde luego, la mía personal, no hubiera sido posible. Les debo mucho, y nuestra Universidad deberá recordarlos como unos de sus mejores hombres. Gracias también a los que permanecen, a Juana Gallar, a José González Carbonell, a José María Gómez Gras, a Fermín Camacho, a José Manuel Javaloyes, y a Rafael Gandía. No hace falta que diga con cuanto empeño e ilusión han trabajado, cuanto de su propia vida han puesto aquí, y cuanto he recibido de ellos, en ayuda, comprensión y afecto. Gracias también a los que se incorporan en este nuevo período, por haber aceptado dedicar a la universidad su esfuerzo, su tiempo, y su ilusión, y por haber aceptado también anticipadamente las renuncias que tendrán que hacer, sin duda, a muchas de las cosas que hasta ahora han disfrutado.Y, gracias, finalmente, a muchos otros compañeros que han trabajado en otros puestos de gestión en la construcción de esta casa y cuya mención particular sería tediosa.
No son unas gracias retóricas. Nacen de mi convicción más íntima de que el trabajo. sólo puede hacerse en colaboración, en equipo, porque es el trabajo que genera confianza, integridad y resultados transcendentes al crear un verdadero consenso y sentido de la propiedad en una organización; y de mi convicción íntima de que esa colaboración sólo puede tener lugar en el marco de unos valores fundamentales: respeto a las personas, honor e integridad, libertad, responsabilidad total y rendimiento de cuentas, relaciones basadas en la confianza y reconocimiento mutuo.
Esa colaboración yesos valores los encontré durante estos años en todos mis compañeros de equipo. Por eso, y por su trabajo, y por el afecto que siempre nos hemos tenido y nos tendremos, les doy las gracias.
Iniciamos pues, una etapa diferente de nuestra actividad universitaria. Más que nunca hace falta que la Universidad constituya el marco y el soporte para las mejores iniciativas académicas y científicas. El éxito de la Universidad depende del dinamismo y de la creatividad de su personal. La estructura y la organización son muy importantes, pero igualmente esencial es que favorezcan la creatividad en un ambiente de libertad y debate sereno, no condicionados por una burocracia estéril. Las Universidades españolas cuentan hoy en día con más personal académico y científico, y más dispuesto e intensamente dedicado que nunca. Pero no hay motivos para el triunfalismo ingenuo porque hace falta seguir avanzando. Necesitamos que la universidad sepa aprovechar todo su potencial en bien de ra sociedad española y de su futuro”.
Las universidades son esenciales para el desarrollo de la sociedad. Las universidades actúan haciendo aportaciones a la innovación y al desarrollo. Crean, salvaguardan y transmiten unos conocimientos vitales para el bienestar social y económico en el ámbito local, regional y global.
Pero, además, nosotros queremos ser la tarjeta de visita de nuestra sociedad. Esa sociedad que va desde la fulgurante luz de la visión cultural de Altea, a la potente expansión del área de San Juan como área de servicios, el despegue espectacular de una Orihuela y su comarca, que cada vez mira más hacia el futuro para impregnarlo de novedad, e iniciativa, pero también del poso cultural y mágico de su pasado, hasta la ciudad que alberga nuestro rectorado, Elche, que hace pocos días recibió la Mención a la Villa de la creatividad, por parte de la Sociedad Internacional de Creatividad. Una ciudad y un área que están refundándose a si misma un todos los días, abriendo puertas insospechadas, generando una riqueza espectacular.
Queremos contribuir a vuestro desarrollo en todos los aspectos, queremos que nos sintáis como vuestra Universidad. Queremos implicarnos en esta tarea común de construir las bases nuestra sociedad en este nuevo siglo. Queremos ser compañeros clave para determinar el desarrollo de la capacidad económica, de los intereses económicos, sociales y societarios, en nuestra región, pero también más allá de esos límites integrándonos e integrándoos en redes más amplias. Y queremos ser leales participantes en la construcción de nuestra Comunidad Valenciana, en su vertebración, en su expansión, en su éxito; queremos arrimar el hombro a ese trabajo común, que quiere decir comunidad. Lo queremos hacer con nuestra identidad propia, diferenciada, y distinta. Ofrecemos nuestros brazos, nuestros conocimientos, y nuestro afán de superación.
Y queremos hacerlo desde el convencimiento de que, también la sociedad alicantina y valenciana, y su gobierno nos reconocen y nos refuerzan y nos impulsan, porque una comunidad es grande cuando sus instituciones son igualmente grandes, sólidas y suficientemente dotadas.
Miramos hacia el futuro confiadamente. Este acto universitario comienza con un canto sacro, el Veni Creator Spiritus, que implora como su primera frase dice que el Espíritu Santo nos de la luz para la inteligencia, el amor para el corazón y la firmeza para nuestro cuerpo a fin de conseguir que seamos firmes en la virtud. Y termina como escucharán Ustedes después de mis palabras con un canto profano de alegría: el Gaudeamus Igitur. Un canto que comienza diciendo: “Alegrémonos puesto que somos jóvenes, y porque después de la alegre juventud y de la molesta vejez acabaremos siendo polvo.” Un canto que surgió de entre los estudiantes medievales y que alaba el mirar hacia delante y la filosofía del disfrute puntual porque la vida es breve y la muerte llega velozmente y así anima diciendo Viva nuestra Sociedad, Vivan los estudiosos, que crezca la verdad, que florezca la fraternidad y la prosperidad de la patria. Ese es sin duda el Espíritu que debe animarnos en el comienzo de un nuevo curso académico, la vida y la mirada hacia delante. Que así sea.