Discurso Doctorando. Dr. D. Juan Rodés Teixidor
4 octubre 2002
Excmo y Magnífico Sr. Rector de la Universidad Miguel Hernández
Doctores del Claustro
Dignísimas autoridades
Señoras, Señores
Es para mi un gran honor y una enorme satisfacción haber sido nombrado doctor Honoris Causa de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Agradezco profundamente las palabras del Prof. Miguel Pérez Mateo. Creo que el Prof. Pérez Mateo es el claro ejemplo del médico con una excelente formación de internista que ha tenido una clara visión de futuro al crear una Unidad de Hepatología en Alicante, en el seno de la Universidad Miguel Hernández, para desarrollar una actividad investigadora de alto nivel, como lo demuestran sus publicaciones recientes. Le conozco muy bien y le auguro un éxito seguro en el desarrollo científico-asistencial de esta Unidad.
Esta Universidad, que fue creada muy recientemente, en 1997, tiene una gran actividad docente e investigadora. En la vertiente de la Biomedicina destacan los Departamentos básicos y clínicos, especialmente los de Fisiología, Biología Molecular y Celular, y Medicina Clínica entre otros. Asimismo, cabe destacar el Centro de Biología Molecular y Celular perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Todo ello indica claramente que el Rector y su equipo tienen una clara visión de futuro para la investigación biomédica al aproximar la investigación básica o fundamental a la investigación clínica o aplicada.
En los últimos 30 años la investigación biomédica ha experimentado una gran revolución gracias a la biología molecular. Este gran progreso ha culminado recientemente con la secuencia completa del genoma humano. A pesar de este gran progreso en la investigación biomédica básica hay, desafortunadamente, pocos ejemplos durante este mismo período de tiempo de la aplicación real de estos conocimientos en la práctica clínica. Estas aplicaciones se describen habitualmente como traslacionales, lo que significa el traslado del descubrimiento en el laboratorio a la clínica para el diagnóstico, tratamiento, pronóstico o prevención de las enfermedades que afectan al ser humano. Para resolver este problema tan importante todavía no se ha encontrado una fórmula válida. Es evidente que la investigación traslacional debe ser comprendida como una nueva forma de investigación que incluye la aplicación de los descubrimientos de la ciencia básica biomédica hacia la clínica y, simultáneamente, se debe considerar como la forma lógica de realizar preguntas científicas relevantes provenientes de la observación clínica.
La investigación traslacional es una nueva disciplina que incorpora aspectos de ciencia básica e investigación clínica y, por tanto, requiere entrenamiento y recursos que no se suelen encontrar en los laboratorios o en departamentos clínicos. Además, la investigación traslacional no se puede llevar a cabo en los Departamentos Básicos de la Universidad o en los centros exclusivos de Biología Molecular, ya que estos centros no tienen una experiencia apropiada en investigación clínica al carecer de centros hospitalarios donde poder realizarla. Es por ello que los Institutos donde se combinan ambos tipos de investigación como Universidades, centros de investigación básica y hospitales de alto nivel asistencial, son las instituciones ideales para realizar este tipo de investigación, como ocurre en la Universidad Miguel Hernández.
Con la combinación de ambos tipos de investigación todas las partes ganan. En primer lugar la investigación traslacional y la asistencia médica mejoran, y en segundo lugar es un estímulo para que los investigadores básicos realicen una investigación más realista que lógicamente beneficiará a corto o medio plazo la asistencia médica.
En definitiva la investigación traslacional consiste en la aplicación de los conocimientos básicos (biología molecular, genética) al proceso asistencial. Un ejemplo del desarrollo futuro de este tipo de investigación traslacional, cuya demanda está en aumento, lo constituyen las posibilidades derivadas de la secuenciación del genoma humano. La gran cantidad de información derivada de este hecho requerirá un gran sistema de investigación traslacional, particularmente centrada en estudios fenotípicos. Aquellos centros asistenciales académicos que hayan conseguido integrar con éxito redes o sistemas sanitarios en su conjunto, con poblaciones bien definidas y con grupos de investigadores clínicos bien entrenados podrán, probablemente, integrar una gran plataforma de investigación genómica, con intercambio de información bidireccional entre investigadores básicos y clínicos, y con el desarrollo de grandes bases de datos genéticas, fenotípicas, clínicas y farmacológicas. Requerirán también para ello de un notable desarrollo de la informática médica (historias clínicas, bases de datos de pacientes, instrumentos de ayuda a la toma de decisiones por los clínicos) y de la bioinformática (gestión de datos referidos al DNA, secuencia de proteínas y estructura de las mismas).
Los ensayos clínicos también se podrán beneficiar de la investigación traslacional. Este tipo de investigación requiere de pacientes bien fenotipados y cuyo desarrollo puede ser unicéntrico o multicéntrico. Por una parte cabe considerar los estudios en fase I o fase II inicial, que permiten establecer en ocasiones nuevos conocimientos de la enfermedad particular que se investiga. Por otra, existen los estudios en Fase III, de gran extensión y complejidad en la mayoría de casos. La industria farmacéutica está interesada en el desarrollo de estos ensayos siempre que su calidad se mantenga dentro de los estándares aceptados y siempre que estos ensayos se realicen dentro del plazo determinado y sin sobrepasar el presupuesto. La rapidez en reclutar pacientes válidos para el análisis final y la calidad de los datos son los factores esenciales que las instituciones asistenciales deben ofrecer a la industria en este caso. Una posible ventaja competitiva, si se potencian los recursos humanos y técnicos dedicados a la investigación clínica, es el hecho de que en Europa se pueden llevar a cabo ensayos clínicos de alta calidad (y otros estudios de intervención) que no tengan un especial interés económico para la industria farmacéutica, pero cuyo interés científico, social y para el sistema sanitario sea elevado. Estos estudios, que requieren en general una gran inversión, deberían ser financiados, total o mayoritariamente, con fondos públicos.
Finalmente la investigación epidemiológica o investigación en servicios de salud, que se basa en el estudio de poblaciones, e intenta averiguar el papel que distintas estrategias diagnósticas, terapéuticas, o variaciones en la práctica clínica, pueden tener en los resultados finales, tanto sanitarios como económicos, de manera que el proceso asistencial ofrecido puede basarse cada vez más en evidencias científicas.
Existen numerosos ejemplos de los beneficios potenciales de este tipo de investigación biomédica traslacional, en ensayos clínicos y en evaluación de servicios de salud. Algunos de ellos incluyen beneficios secundarios, como los derivados de la investigación de nuevas indicaciones para fármacos desarrollados originalmente para otras entidades o enfermedades, basadas en nuevos conocimientos fisiopatológicos o clínicos obtenidos tras la comercialización de fármacos o dispositivos. La importancia de estas indicaciones «secundarias» es, en ocasiones, tan elevada que pueden llegar a suponer el 40% de las ventas totales.
La investigación clínica de calidad solo es posible si la asistencia prestada es también de calidad. La investigación clínica mejora la calidad de los médicos, y, en sus distintas vertientes, debe fomentarse como actividad esencial en la práctica de la medicina moderna. Los hospitales, en tanto que centros de investigación, deben desarrollar proyectos específicos de investigación clínica en sus tres vertientes, notablemente en la vertiente traslacional. En mi opinión la Universidad Miguel Hernández está en una situación ideal para alcanzar los objetivos antes señalados.
Muchas gracias