Laudatio
28 enero 2004
Excmo. Sr. Rector Magnífico.
Doctores, colegas, compañeros
Alumnos y personal de Administración y Servicios de la Universidad
Señoras y señores
De conformidad a la legislación vigente, el Consejo extraordinario del Departamento de Arte, Humanidades y Ciencias Sociales y Jurídicas celebrado el día 7 de octubre de 2002, acordó por unanimidad proponer al competente órgano de gobierno de la Universidad Miguel Hernández la concesión del Doctorado honoris causa al prof. Escudero. Y el Consejo de Gobierno provisional aprobaría el día 24 de marzo de 2003 dicha propuesta. Como promotor de la concesión me corresponde hablar de sus méritos profesionales, honrosa tarea que asumo gratamente. Cuando en esta exposición aluda a la docencia y a las cualidades personales de José Antonio Escudero, recurriré a los clásicos con el loable objeto de, como sentenció Michel de Montaigne en uno de sus Discursos, intentar expresar mi pensamiento de una manera mas diestra.
José Antonio Escudero López nació en Barbastro el 12 de octubre de 1936. Estudiaría Derecho en las Universidades de Zaragoza y Santiago, doctorándose en 1965 en la Universidad Complutense con Premio Extraordinario.
Becado durante dos años en las Universidades de Bonn y Colonia, ampliaría estudios en el curso 1964-1965 en la London School of Economics an Political Science y en 1968 y siguiente en las Universidades de Viena, Gotinga y Estocolmo.
En 1974 accede a la cátedra de Historia del Derecho de la Facultad de Derecho de San Sebastián, entonces dependiente de la Universidad de Valladolid y de la que sería decano y, más tarde, se incorporaría a las Universidades de Extremadura, de Alcalá, Complutense y UNED, en la que en la actualidad presta sus servicios.
Miembro de diversas Academias, como la Academia Aragonesa de Jurisprudencia y Legislación y de las Reales Academias de la Historia y de la de Jurisprudencia y Legislación. A este respecto es uno de los pocos españoles que pertenecen a dos Academias y el único en la Historiografía del Derecho español. Es catedrático extraordinario de la Universidad de Lisboa y profesor honorario de la Universidad Nacional de San Marcos (Lima), así como Director de la prestigiosa revista de la disciplina Anuario de Historia del Derecho Español.
Junto al desempeño de diversos cargos académicos, el ya dicho de Decano, el de Secretario General y Vicerrector de la UIMP, el de Director de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense en El Escorial, ocupará algunos puestos políticos. Senador por UCD en la primera legislatura democrática, formando parte de la Comisión Constitucional de la Alta Cámara que redactaría la vigente Constitución española, siendo distinguido por el Jefe del estado con la Medalla al Mérito Constitucional. También fue en el Senado Presidente de la Comisión de Educación y Cultura. Además sería Director General del Instituto Español de Emigración, y miembro y Presidente del Consejo de Administración de Radio Televisión Española. En fin, entre 1987 y 1999 fue miembro del Parlamento Europeo, formando parte de diversas comisiones y delegaciones.
Su dedicación a la política durante bastantes años no ha mermado en absoluto su producción científica ni mucho menos su vocacional labor de maestro, con especial atención a sus discípulos. En efecto, siendo eurodiputado defendieron tesis muchos de sus discípulos y accedieron a la cátedra algunos de ellos, como los doctores Miguel González de San Segundo, Feliciano Barrios, María del Carmen Sevilla y yo mismo.
Ha recibido múltiples galardones y premios, como la Medalla de Honor de la Universidad Complutense; la Medalla de Oro de la Universidad de Córdoba, en Argentina; la referida Medalla al Mérito Constitucional y el Premio Nacional de Historia, que obtendría en dos ocasiones.
Borges ha escrito que “nadie recuerda la primera vez que vio el amarillo o el negro a la primera vez que le tomó el gusto a una fruta, acaso porque era muy chico y no podía saber que inauguraba una serie muy larga. Por supuesto, hay otras veces que nadie olvida”. En mi caso, recuerdo que la primera vez que vi al prof. Escudero fue en 1974, cuando yo era alumno en la Facultad de Derecho de San Sebastián y él un joven profesor recién incorporado a la cátedra. Allí, desarrollaba sus clases magistrales en un lenguaje correcto, claro y elegante, sin renunciar un ápice al nivel científico. Tenía una gran facilidad de decir que, como dijera Fabio Quintiliano, “facilitas dicendi comparatur legendo, scribendo, dicendo”, se adquiere leyendo, escribiendo y perorando. El prof. Escudero era –y lo es- un orador excelente, a quien, sin duda, se podría aplicar aquella clásica definición de Catón: “vir bonus dicendi peritus” (hombre de bien instruido en la elocuencia).
No será hasta una década después cuando yo, entonces Profesor Titular de Universidad, acuda a él para que oriente y dirija mi futura actividad profesional. Escudero fue para mí lo que el poeta Arquías respecto de Cicerón, esto es, guía y maestro en mis quehaceres histórico-jurídicos. Su actitud respecto a sus discípulos se engloba en la línea de los filósofos Socrátes y Arcesilao, que hacían primeramente expresarse a sus discípulos, y luego hablaban ellos. Así se evitaba que, como dijo Cicerón, “obest plerumque iis, qui discere volunt, auctoritas eorum, qui docent” (la autoridad de los que enseñan perjudica a veces a los que quieren aprender, Nat. Deor., I, 5).
Es cabeza de una escuela de iushistoriadores españoles, entre los que modestamente me incluyo, muchos de los cuales nos acompañan en este acto. Escuela en la que he preferido sentar plaza de demasiado reservado que de poco prudente. Escuela en la que he procurado conducirme con reserva y cautela, siguiendo la doctrina de Escudero, que con poca prudencia. ENRIQUE: NO SE SI ES PERTINENTE O NO INCLUIR ALGUNO DE LOS PARRAFOS ANTERIORES. Atendiendo a la brevedad obligada de mi intervención no quiero dejar de citar además de los catedráticos ya mencionados anteriormente a Alvarado, Galvan, Vallejo y Santana, a los que se suman un nutrido grupo de profesores titulares. El prof. Escudero es autor de un magnífico Manual, seguido como libro de texto en muchas Facultades de Derecho de España.
Creo que es oportuno referirse a la figura humana del prof. Escudero. Hombre extremadamente generoso y de arrolladora personalidad, de su trato diario de la vida siempre me ha fascinado su humildad y afabilidad. De él recibí consejo y ayuda en cuestiones que trascendían lo puramente académico. Consideré y siempre le he considerado maestro, pero sobre todo amigo, como tuve ocasión de plasmar en la dedicatoria de un libro. Escudero tiene, como predicara Cicerón de Marco Celio Rufo, un gran “talento para granjearse numerosos amigos y mantenerlos con sus atenciones”. Ha sido para mí como el amigo La Boëtie de Montaigne, que me sobrepasaba infinitamente en todo saber y virtud y también en los deberes de la amistad.
El prof. Escudero ha depurado líneas de trabajo de largo alcance, habiendo investigado tres campos: 1) Historia de la Administración. 2) Historia de la Inquisición y 3) Metodología e Historiografía.
1) Historia de la administración
Hasta la década de los sesenta, los historiadores del Derecho habían sido fundamentalmente medievalistas. La renovación modernista de esa década la protagonizaran dos profesores: por un lado, Francisco Tomás y Valiente y, por otro, José Antonio Escudero. Autores de dos obras señeras, la del primero sobre los validos y la del segundo sobre los Secretarios de estado.
El libro Los Secretarios de Estado y del Despacho, editada en 1969 y que consta de 4 vols, galardonada con los Premios Nacionales Menéndez Pelayo del CSIC y de Historia, fue su tesis doctoral produjo un enorme impacto. Sobre lo que significó basten los dos juicios de dos grandes maestros de la Historia del Derecho y que hoy no se encuentran entre nosotros. García-Gallo expuso que constituía “no sólo una de las mejores tesis doctorales que se hayan realizado en el campo histórico-jurídico, sino también una de las monografías mas valiosas con que se cuenta en el campo histórico en general” (Contestación al Discurso de Ingreso en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación). Por su parte, Tomás y Valiente escribiría: “Estamos ante una monografía modelo en cuanto al aparato documental utilizado, a rigor analítico, mesura de juicio y claridad constructiva. El estilo de José Antonio Escudero (y el estilo es el hombre) es sobrio, sólido y limpio …. Su trabajo es impecable…. Con una docena de monografías como la de Escudero sería muy fácil escribir la Historia de la Administración en la España Moderna”.
Además de los Secretarios de Estado, el prof. Escudero publicaría diez años más tarde Los orígenes del Consejo de Ministros en España. La Junta Suprema de Estado, que también sería Premio Nacional de Historia, título, a mi modo de ver, que no hace justicia a la obra por que en la misma se estudia además de lo que aventura la rubrica, el régimen ministerial hasta el advenimiento del constitucionalismo.
Recientemente ha editado el libro Felipe II: El rey en el despacho, cuyo último capítulo fue presentado como Discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia, y en el que analiza el régimen de gobierno en las sucesivas etapas del reinado de ese monarca.
Característica principal del trabajo de Escudero en este campo ha sido perspectiva internacional. Su primer estudio de Historia de la Administración, fruto de sus estancias en Alemania y Austria, fue sobre La Administración austro-alemana, para el que manejó fuentes custodiadas en los archivos de Viena e Innsbruck, y uno de los últimos, sobre el valido del siglo XVII Fernando de Valenzuela, para cuya realización utilizó fuentes del Archivo Nacional de Filipinas.
Para la elaboración de sus estudios, Escudero ha trabajado durante muchos años, además de en los insoslayables centros españoles, en distintas bibliotecas y archivos extranjeros, de modo singular en los archivos de París, Londres y Viena. Hasta que el prof. Escudero acudió a ellos, nunca lo había hecho otro historiador del Derecho español. A partir de él, han sido muchas las personas, en especial sus discípulos, los que han o hemos acudido a consultar sus fondos.
Con los trabajos de Escudero y de sus discípulos sobre las secretarías de diversa índole y los Consejos, ha sido trazado un cuadro bastante certero de la Administración Central en el Antiguo Régimen.
2) Historia de la Inquisición
En 1976, siendo Escudero Secretario General de la UIMP, organizaría un prestigioso y modélico Curso sobre la Inquisición española, al que acudieron relevantes especialistas como Marcel Bataillon, Henry Kamen, Heningsen, Caro Baroja o Tomás y Valiente. Desde entonces no ha cesado de impulsar y promover los estudios sobre la inquisición.
Dos notas quiero destacar al respecto:
a) En 1976 era la primera vez que se organizaba un foro de debate sobre la Inquisición y todavía no existía ningún Centro dedicado al estudio de esta temática. Desde entonces han proliferado este tipo de Congresos en Europa y América y se han creado Centros dedicados a su investigación. El propio Escudero fundaría en la Universidad Complutense un Instituto de Historia de la Inquisición y en la UNED el Instituto de Historia de la Intolerancia, promovería una Revista de la Inquisición, organizaría varios Congresos y Cursos sobre ello y dirigiría numerosas tesis doctorales que abordaban aspectos de la misma, como el auto de fe, la sentencia inquisitorial o el Consejo de la Suprema. Escudero se ha detenido en el estudio de los Orígenes del Supremo Tribunal de la Inquisición y en su Abolición. Ésta última constituyó su Discurso de ingreso en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación.
b) Hasta Escudero, ningún historiador del Derecho había trabajado en la inquisición. Hoy día son muchos y prestigiosos los que lo hacen, con publicaciones de reconocido mérito. A él se debe, pues, la renovación de los estudios inquisitoriales y nuestra presencia, como historiadores del Derecho, en ellos.
3) Metodología e Historiografía
Respecto a la Metodología de la Historia del Derecho, el prof. Escudero publicaría Historia del Derecho, Historiografía y problemas, que era su Memoria de oposiciones a Agregado y que había elaborado en la Universidad de Gotinga. Este libro se ha convertido en un clásico, hasta el punto de que algunas de las cuestiones tratadas, como el papel de la dogmática en la Historia del Derecho, el significado de la Escuela Histórica o la triple delimitación material, cronológica y espacial de la disciplina, son hoy incorporadas en todos los proyectos docentes.
En cuanto a la historiografía ha publicado estudios muy originales e inconformistas. Traigo a colación dos ejemplos. El primero es que la primera Historia del Derecho Español, escrita en el siglo XVI por el abogado pucelano Francisco de Espinosa, era denominaba por los diversos autores Sobre las leyes y los fueros de España. Pues bien, Escudero, apoyándose en un documento custodiado en Londres, cambió el título por el de Observaciones sobre las leyes de España, hoy día aceptado por todos. Veamos otro caso. Todos los Manuales (de Hinojosa, Torres López, Galo Sánchez, García-Gallo, Tomás y Valiente, Lalinde, Pérez-Prendes, etc.) afirmaban que la Sacra Themidis Hispanae Arcana, otra obra clásica de la Historia del Derecho, publicada en el siglo XVIII por el diplomático danés Franckenau, correspondía su autoría a Juan Lucas Cortés. Sin embargo, Escudero reinterpretando los textos ha demostrado que Franckenau era el artífice de la obra.
Escudero ha escrito sus opiniones e ideas, las ha expuesto según las ha visto y las ha creído atinadas, no como cosa incontrovertible y que deba creerse a pies juntillas, nunca han sido rebatidas, pero lo realmente importante es destacar su espíritu inconformista, patente en muchos de sus trabajos: su rectificación de la fecha comúnmente admitida de creación del Consejo de la inquisición; su negación de la existencia de partidos políticos en la España del Rey Prudente; su impugnación de la admitida tesis de que Felipe III delegara la firma en el valido Lerma y un largo etc.
En este breve espacio de tiempo he intentado relatar apresuradamente parte de los méritos que concurren en el prof. Escudero, “en orden a la concesión por esta Universidad de su doctorado honoris causa”.