Una investigación asocia el consumo de la dieta mediterránea con una reducción del 30% del riesgo de cáncer de mama

El Grupo de Investigación de la Unidad de Epidemiología de la Nutrición de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, dirigido por el profesor Jesús Vioque, ha participado en un estudio que asocia el consumo de la dieta mediterránea con una reducción del 30% del riesgo de cáncer de mama. El estudio, publicado en la revista científica British Journal of Cancer, está liderado por las investigadoras del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto de Salud Carlos III Adela Castelló y Marina Pollán.

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En concreto, en el trabajo han participado 23 centros hospitalarios españoles y se ha evaluado la dieta de 1.017 mujeres sanas y de 1.017 mujeres diagnosticadas con cáncer de mama, mediante cuestionarios dietéticos que han desarrollado los investigadores del Grupo de Investigación de la UMH. El cáncer de mama afecta a más de 26.000 mujeres al año en España.

Tras analizar la dieta de las participantes, los investigadores han establecido tres tipos de patrones dietéticos: la dieta “occidental”, caracterizada por un alto consumo de productos grasos, carne procesada, dulces, bebidas calóricas y bajo consumo de cereales; la dieta “prudente”, que está constituida por alimentos bajos en grasas, frutas, verduras y zumos; y la dieta “mediterránea”, formada por una ingesta elevada de pescado, verduras, frutas, legumbres, patatas, aceite y bajo consumo de zumos envasados y bebidas calóricas.

Los resultados muestran que el patrón de la dieta “occidental” está asociado a un mayor riesgo de cáncer de mama, sobre todo en mujeres premenopáusicas. En cambio, la dieta “mediterránea” ofrece un efecto protector al asociarse con una reducción del riesgo de este tumor del 30%. Esa protección es más importante para los tumores triple negativos, que son los más agresivos. Se trata del primer estudio que demuestra una asociación entre la dieta mediterránea y su protección frente a tumores de mama triple negativo.

Otro de los resultados que se han obtenido en este estudio es que la dieta “prudente”, caracterizada por su contenido bajo en grasas, no ha sido vinculada con una reducción del riesgo de cáncer. Esta conclusión indica que evitar las grasas no es un factor determinante del riesgo y que hay que tener en cuenta que no todas las grasas son malas. Las peores -las grasas trans– están presentes, sobre todo, en la bollería industrial y tienen un efecto nocivo para otras enfermedades.

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