La UMH investiga tecnologías en biodegradación de insecticidas, transferibles a la destrucción de armas químicas
El catedrático de Toxicología del Instituto de Bioingeniería, Eugenio Vilanova, y el investigador de la división de Toxicología, Miguel Ángel Sogorb, están investigando en los laboratorios de la UMH una línea biotecnológica para la biodegradación de insecticidas organofosforados que podría aplicarse en la destrucción de armas químicas como el sarín.
Los insecticidas organofosforados son sustancias tóxicas para los insectos y bastante menos tóxicas para los mamíferos, incluyendo los humanos, precisamente porque disponemos en nuestro organismo de determinadas proteínas ( enzimas fosfotriesterasas) que son capaces de catalizar reacciones que degradan las moléculas de insecticida destoxicándolas. Gracias a que disponemos de ese mecanismo de defensa solo nos intoxicamos si nos exponemos a dosis altas.
En el laboratorio de Toxicología del Instituto de Bioingeniería se están intentando desarrollar aplicaciones biotecnológicas de los resultados de investigación en esas proteínas. Así se está intentando obtener proteínas con propiedades más óptimas para ser eficaces en la degradación y destoxicación de insecticidas organofosforados, con el fin de que puedan aplicarse en la eliminación de residuos de plaguicidas y en potenciales aplicaciones terapéuticas.
Los gases de guerra llamados gases nervisosos (como el sarín o el VX) son sustancias diferentes a los insecticidas pero de la misma familia, son compuestos organofosforados, pero la diferencia es que son muy tóxicos para los mamíferos incluyendo el hombre.
Los procedimientos de destrucción de estas armas químicas son: (1) por un lado la incineración, que se descarta por los altos riesgos de accidentes catastróficos, (2) tratamiento con hidróxido sódico (sosa) para hidrólisis química, lo representa también altos riesgos en la manipulación y al medio ambiente (3) procedimientos biotecnológicos.
Esta última vía pasa por desarrollar proteínas con alta capacidad y especificidad catalítica en la degradación del compuesto a destruir sin necesidad de altas temperaturas ni condiciones drásticas. Los conocimientos científicos y las aplicaciones desarrolladas en los estudios de insecticidas podrían ser transferidos a aplicaciones biotecnológicas en la destrucción de armas químicas. Esta es una vía esperanzadora pero que hoy día sigue sin estar suficientemente desarrollada para su aplicación.
Así las armas químicas seguirán almacenadas hasta que dispongamos de métodos que permitan su destrucción por procedimientos sin riesgos inaceptables.
Elche, 18 de marzo de 2003
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