DISCURSO DEL RECTOR DE LA UMH
7 septiembre 2007
Apertura Curso 07-08.
Molt Honorable Senyor President de la Generalitat Valenciana.
Excel.lentima Senyora Presidenta de Les Corts Valencianes.
Excmos. Señores Rectores Magníficos de las Universidades de Valencia, Politécnica de Valencia, Alicante, Castellón, Murcia, Cardenal Herrera CEU y Católica de Valencia.
Ilmo. Sr. Alcalde de la ciudad de Elche.
Ilmo. Sr. Presidente de la Diputación Provincial de Alicante.
Excmo. Sr. Presidente del Consejo Social de la UMH.
Excmas. e Ilustrísimas Autoridades.
Queridos compañeras y compañeros de la Comunidad Universitaria.
Señoras y Señores.
Mi más cordial bienvenida a todos ustedes y gracias por estar aquí esta tarde, para acompañarnos en el Acto Oficial de la Apertura del Curso de las Universidades Valencianas y de celebración de nuestro 10º Aniversario, en este Gran Teatro. Gracias al Molt Honorable Senyor President de la Generalitat Valenciana por hacernos el honor de presidir este Acto.
Felicidades a la Generalitat Valenciana, a Les Corts Valencianes, y a los Ayuntamientos de Elche, Orihuela, Sant Joan d’Alacant y Altea, que han recibido la Medalla de la Universidad, a título institucional, y a Don Emilio Cano, que la ha recibido a título personal. Es de justicia reconocer su papel y su labor. Mi enhorabuena también al Profesor Don Kosme de Barañano por su magnífica lección inaugural.
El curso 2006/2007 ha sido pródigo en la realización de actividades y proyectos, que han quedado bien reseñados en la memoria leída por la Secretaria General y que muestran que la Universidad Miguel Hernández es una institución activa y en progresión constante. Todo ello no hubiera sido posible sin el concurso de todos los miembros de la comunidad universitaria. Gracias a los estudiantes, al personal de administración y servicios, a profesores y a investigadores, porque su trabajo ha permitido que día a día seamos mejores. En particular, y porque la gestión universitaria no es tarea fácil, ni, a veces, suficientemente reconocida, gracias a los miembros del Consejo de Gobierno y del Consejo Social, a los Directores y Directoras de Departamento, Decanas y Decanos de las Facultades, a los Directores de la Escuelas Politécnicas Superiores, y de los Institutos de Investigación, a los Directores y Directoras de los diferentes servicios de la Universidad; a los representantes de los estudiantes en los diferentes órganos del gobierno universitario, a la Delegación General de Estudiantes y al Delegado General de Estudiantes.
De la misma manera, las actividades de la Universidad, y sus éxitos, no hubieran sido posibles sin la colaboración de instituciones públicas y privadas, cuya enumeración sería demasiado prolija. Nuestro agradecimiento a todas ellas no es sólo un acto de cortesía, sino de reconocimiento sincero por la confianza que han depositado en nosotros. Gracias a cuantos han colaborado con la Universidad Miguel Hernández. Junto a las Instituciones a las que hoy hemos agradecido y reconocido su inestimable y decisivo papel en el nacimiento de nuestra Universidad, hay muchas más que han contribuido con nosotros en la construcción de la Universidad. Estamos seguros de que tendremos su ayuda y asistencia en los próximos, diez, veinte, y muchos más años para conseguir entre todos el engrandecimiento de nuestra universidad.
Este nuevo curso está lleno de proyectos y desafíos. Queremos aprobar el Plan Estratégico de la Universidad, que está en fase de redactado final, y que ha contado con la participación de la Comunidad Universitaria y de diversos y relevantes agentes sociales, y que esperamos presentar a la consideración del Consejo Social, y del Consejo de Gobierno en este último trimestre del año. Tras su aprobación, ese Plan Estratégico deberá ser el marco general de nuestras actuaciones en los próximos cuatro años.
Junto a la aprobación del Plan Estratégico, este curso vendrá marcado por objetivos más concretos, en un escenario de cambios sustanciales marcados principalmente por la aprobación de los nuevos marcos normativos y por la construcción del Espacio Europeo de Educación Superior con la consiguiente internacionalización de nuestra Universidad para adaptarla a un mundo cada vez más competitivo y globalizado, con unas enormes potencialidades que tiene, como una institución joven, dinámica e incardinada plenamente en su entorno.
En el ámbito de la formación, deberemos afrontar, entre otras cosas, la reorganización de las enseñanzas universitarias y la elaboración de nuestra oferta de las nuevas titulaciones de Grado y de Master y la de títulos propios, en el nuevo marco legislativo, para ir sustituyendo el actual cuadro de títulos que ofrecemos. Ya estamos en ello. Desde los órganos de gobierno de la Universidad haremos un esfuerzo de prudencia, y seriedad y seguiremos esforzándonos con rigor e imaginación para dar los servicios de formación superior que nuestra sociedad necesita. Las instituciones implicadas –Universidades, Gobierno Central y Gobierno Autónomo-, deberemos ser capaces de sortear las dificultades, con generosidad, y plena sintonía.
Además, en este nuevo curso, seguiremos realizando experiencias innovadoras en la metodología de enseñanza-aprendizaje, impartiendo cursos de formación en nuevas estrategias pedagógicas y extendiendo el uso de las TIC; incrementaremos el trabajo de internacionalización de la Universidad y promoveremos las estrategias más adecuadas para la preparación de los estudiantes de acuerdo con sus intereses y con la coyuntura del mercado laboral; e incentivaremos todavía más las prácticas en empresas y la movilidad de los estudiantes. Uno de los retos pendientes de nuestra Universidad, y otras muchas universidades españolas, es el conocimiento de lenguas extranjeras y fundamentalmente del inglés. Queremos abordar ese reto en este curso académico para facilitar los intercambios y las opciones de empleo de los estudiantes, así como la movilidad del profesorado y del personal de administración y servicios.
En lo que se refiere a la investigación hemos incrementado notablemente (en un 360%) nuestra capacidad de captación de recursos de investigación, pasando de 5.2 millones de euros en el año 2000, a 18.7 millones de € en 2006; y hemos aumentado en un 200 % el número de publicaciones científicas en el mismo periodo, consolidando la actividad científica de los institutos universitarios de investigación y de los departamentos (con notable producción científica y publicaciones de alto nivel internacional). Hemos incrementado nuestra capacidad de transferencia de conocimiento hacia la sociedad y la empresa, culminando con la ambiciosa puesta en marcha la Fundación Quórum y el Parque Científico Empresarial, con la construcción de cuatro nuevos edificios destinados a la I+D en el Parque Científico y Empresarial de la Universidad. Ahora tendremos que incorporar nuevos investigadores, más técnicos de laboratorio, y técnicos en transferencia de tecnología, mejorar la organización de los grupos de investigación, y estimular la creación de empresas de base tecnológica a partir del conocimiento generado en la Universidad.
Todo el progreso en la investigación, innovación y desarrollo tecnológico, tanto en captación de recursos para investigación, como en número de publicaciones científicas o patentes, mediante el cual hemos conseguido una muy buena posición en el conjunto de las universidades españolas, debe proseguir. Y queremos hacerlo, además, en plena colaboración con otros organismos nacionales públicos de investigación, y, en particular, con el Consejo Superior de Investigación Científica, los institutos tecnológicos, y demás organismos públicos de investigación.
En lo que toca a recursos humanos, la estructura de nuestro personal docente e investigador ha sido objeto de las necesarias reformas exigidas por la implantación de la contratación laboral tal y como prevé la Ley Orgánica de Universidades. Sin embargo, cada vez es más necesario que el Ministerio de Educación y Ciencia apruebe el Estatuto del Profesorado, que es una herramienta necesaria para realizar la adecuada planificación de las plantillas. Igualmente es necesario un análisis serio de los decretos autonómicos que regulan las figuras del profesorado y su contratación para ver si son posibles modificaciones que promuevan una carrera profesional más adecuada para el profesorado universitario, y que permitan una mejor adaptación a las necesidades de nuestra universidad y a la comunidad a la que servimos.
Otro de nuestros objetivos prioritarios es la mejora del personal de administración y servicios, junto con la reorganización de la estructura administrativa. En el curso 2007/2008 abordaremos una nueva modificación de la Relación de Puestos de trabajo, que permita una descentralización en la gestión económico-administrativa, y la adecuación de los servicios a las necesidades de la gestión, incluyendo delegación de funciones y responsabilidades en el área administrativa. Vamos a estimular, de manera decidida, el uso de las nuevas tecnologías, potenciando la web y el correo electrónico, implantando la gestión y la firma electrónicas y facilitando las reuniones de trabajo no presenciales entre servicios y entre campus, con el objetivo de agilizar la tramitación administrativa. Iniciaremos un proceso de mejora de la eficacia de la administración para eliminar los procesos redundantes o innecesarios. Por otro lado, desarrollaremos un Plan de Carrera Profesional para el personal de administración y servicios que valore, junto a otros méritos, la responsabilidad asumida, la formación específica, el cumplimiento de objetivos del Plan Director y la evaluación del desempeño, en la línea indicada por el Estatuto del Empleado Público.
Por lo que se refiere a los estudiantes, hemos de potenciar y mejorar los programas de tutorización, de movilidad, y de prácticas para nuestros estudiantes y nuestros titulados en organizaciones y empresas españolas y europeas. Tenemos que incrementar el aprendizaje de idiomas, la inserción laboral, el fomento del deporte, y la participación en la vida universitaria.
Igualmente, el convenio entre la Universidad y el Servicio Valenciano de Empleo ha posibilitado actividades y cursos de formación destinados a mejorar la inserción laboral, y el fomento de la cultura emprendedora, que se estimula mediante las acciones de la Cátedra de Emprendedores, de la Cátedra de Empresa Familiar y la acción del Observatorio Ocupacional.
Además de estos proyectos, desafíos, y preocupaciones específicas, hay algunas otras que son, en mi opinión, comunes con todas las demás universidades, con las valencianas hoy reunidas aquí, y con todas las universidades españolas.
Cualquiera que haya leído algunas de las opiniones publicadas en los últimos meses puede percibir que incomprensiblemente se está poniendo en tela de juicio el trabajo de las instituciones universitarias, ignorando las metas alcanzadas durante los últimos años, y podría sacar la impresión de que nuestras más altas instituciones docentes no pasan de ser un reducto para profesores ineptos, irresponsables, que viven en la abundancia, con medios sobrados, y sin conseguir resultados eficientes apreciables. En suma, se pone en cuestión a las universidades.
Una vez más, aflora el tópico de la crisis en la universidad, de la «cuestión universitaria». No es algo nuevo. Por ejemplo, en 1968, un Profesor, de la Universidad de Murcia, Jesús Burillo, publicó una antología titulada «La Universidad actual en crisis», que recogía artículos muy diversos desde 1939 a 1964, escritos por autores universitarios muy diferentes por su especialidad e ideología, como Marañón, Álvaro d’Ors, Jiménez Díaz, Pérez Embid, López Ibor, Raúl Morodo.
En uno de los artículos recogidos en ese volumen, titulado «Universidad y Sociedad», hace cuarenta años, Juan José López Ibor decía: «El comienzo de curso es un buen momento para meditar sobre la función de la Universidad en los tiempos actuales. Estamos acostumbrados a oír hablar de la crisis de la Universidad; pero también oímos la palabra crisis aplicada a instituciones y hechos tan diversos, por lo que resulta lógico pensar que, en verdad, es la propia situación histórica la que se halla en crisis. Por lo que hace referencia a la universidad, uno de los aspectos en los que se manifiesta su crisis es en el de las relaciones con la sociedad. Ambas partes, universidad y sociedad, se hacen reproches mutuos. La sociedad lamenta que la universidad no forme adecuadamente los equipos profesionales y técnicos que necesita; (y que no orienta bien a sus estudiantes y que )…. no pueden elegir bien sus carreras porque no tienen idea de las necesidades presentes y futuras de la sociedad en la cual viven….. Por parte de la universidad, los reproches no son menores ni menos justificados. La universidad no se siente asistida por la sociedad a la que sirve. Las universidades desean una asistencia económica mayor por parte del Estado, pero también necesitan un calor por parte de la sociedad, que ésta no les presta.»
Diez años después, en 1979, en su introducción a otro interesante libro al respecto, titulado «Reflexión Universitaria», y publicado por la Universidad de Salamanca, su Rector de entonces, el Profesor Julio Rodríguez Villanueva, escribía: «Se ha dicho muchas veces, pero esto no es nuevo y creo que no debe preocuparnos excesivamente, que la universidad está en crisis. Yo creo que nadie duda de que esté en crisis, pero precisamente por eso debe ser objeto de discusión, de diálogo, de comprensión por parte de la sociedad y de los gobernantes. Quizás la falta de apoyo sea el problema que mayormente afecta a nuestra universidad: no tiene el apoyo necesario de la sociedad ni del Gobierno…» Cuatro años después, se aprobó la LRU, producto, en parte, de reflexiones como las que se reunían en ese libro, y de otras muchas más. Diez años después, multitud de expertos dentro y fuera de la universidad afirmaban que la Reforma estaba agotada y no respondía ya a las exigencias de la sociedad de nuestros días. Esa opinión más o menos generalizada, que subrayaba la crisis de la reforma universitaria, generó el denominado informe Bricall, impulsado por la CRUE. En el año 2000, se aprobó la LOU, que prácticamente entró en crisis antes de ponerse en vigor, y en el 2007 se aprobó la Reforma de la LOU, cuyos desarrollos más necesarios siguen pendientes. Todo ello puede aderezarse con la Declaración de Bolonia, y sus epígonos.
Como ven ustedes, lo raro sería que la universidad no estuviera en crisis. ¿Cómo no va a estar en crisis? Estar en crisis no es lo preocupante. Lo preocupante es, como he dicho, ese cierto ambiente en el que se pone en tela de juicio a la propia institución universitaria, subrayando y destacando los elementos negativos, de forma injustificada o gratuita, y deteriorando su imagen pública.
La Universidad no ha rehuido nunca la crítica. Probablemente es la institución que más la ha sufrido, la externa y la interna, porque si nos critican, más nos criticamos nosotros a nosotros mismos. Sería absurdo negarse a aceptar la crítica. La crítica en sí misma no es negativa. Muy al contrario, la crítica positiva, cuando se hace con el interés legítimo de superar los problemas y reparar los defectos, es absolutamente necesaria. Lo preocupante es cuando se expresa como resultado de una estimación parcial, en la que sólo se destacan los errores, generalizándolos además, y eso es lo grave, hasta el punto de no distinguir ni detenerse a pensar con serenidad en la verdad de los hechos.
Primero, muchos de esos reproches, que hoy se hacen a la Universidad, son efecto del propio sistema universitario cuyas normas básicas no se han dado las universidades a sí mismas, sino que han sido aprobadas en su mayor parte por los gobiernos, estatales o regionales, y que hacen de nuestra actividad lo que es. Las Cortes generales, las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autonómicas, el Ministro de Educación, las Consejerías de Educación de los Gobiernos Autonómicos, el Consejo de Universidades y los Consejos Inter-universitarios en algunas Comunidades Autónomas, intervienen para adoptar importantes decisiones en el ámbito universitario. Juzguen ustedes que puede quedar para que la Universidad se autorregule.
Segundo, han podido leer que la universidad cumple mal con su papel de formar buenos profesionales, y que sus titulados no encuentran trabajo, o que su trabajo se ha devaluado. Sin embargo, los datos dicen cosa muy diferente. Por una parte, el gran cambio que España ha experimentado en los últimos cuarenta años, por no decir algunos más, ha sido posible, sin duda, gracias a un ingente esfuerzo empresarial, pero también gracias a los cuadros profesionales que se forjaron en las aulas universitarias. Nuestro actual estado del bienestar ha sido posible gracias a la incorporación de muchas generaciones de universitarios que, utilizando sus conocimientos y competencias profesionales, adquiridas en las aulas universitarias, y la investigación procedente de sus laboratorios, supieron aplicarlos al tejido social y productivo, haciendo patente que la universidad y la formación que genera, favorece la competitividad de los territorios. Además, los universitarios encuentran empleo más pronto, en mayor medida y con mejor cualificación que los no titulados en la universidad. Por otro lado, se insiste en que no atendemos a las «demandas sociales». ¿A qué demandas sociales nos referimos? ¿A las demandas de las empresas, cuyo indicador más importante es el número de titulados universitarios que emplean y las áreas en las que lo hacen; o a las solicitudes de los estudiantes, cuyos gustos circunstanciales no suelen coincidir, salvo excepciones, con esas otras demandas empresariales? Las universidades estamos obteniendo unos índices de inserción laboral extremadamente altos. En algunos títulos se emplean de forma inmediata todas las promociones, y hacen falta más. Pero justamente muchas de ellas no son las más demandadas por los estudiantes.
También se dice que la universidad no hace suficiente investigación y que esta es «poco útil», que no responde, tampoco en esto a las demandas sociales. También aquí los datos dicen que sí, que nuestras universidades hacen buena investigación, y que cada vez es mayor y mejor la transferencia tecnológica entre universidad y empresa. La Universidad es la institución donde se hace la mayor cantidad de investigación con diferencia. Por ejemplo, en el periodo 2000-2005, en la universidad española se produjo y publicó el 59,8 % del total de la producción científica, frente al 18.58 % del Consejo Superior de Investigaciones Científicas o al 3,78 % de las empresas, en el mismo periodo.
Otra cosa es con quien queremos y podemos compararnos, cuál es la línea de la que se partió, y cual es el marco de referencia, que, con frecuencia, se olvida. Claro está que no somos Yale, ni Stanford, ni Berkeley, ni el MIT. Ni somos Oxford, ni Cambridge. Pero tampoco somos los Estados Unidos de Norteamérica, ni el Reino Unido.
No quiero cansarles muchos más con el repaso de esas opiniones y actitudes negativas hacia la universidad, que son absolutamente respetables, pero claramente injustas. Afortunadamente también las hay muy positivas. Aprovecho este momento para agradecer al Honorable Señor Conseller de Educación su discurso en el acto de apertura en la Universidad de Alicante, en el que expresó su valoración claramente positiva de las actividades de esa universidad, y que, sin duda, hace también del resto de las universidades valencianas.
Somos muy conscientes de cuánto debemos mejorar, de cuanto tenemos por hacer. No estamos instalados la autosatisfacción y la falta de crítica. Todo lo contrario. Sabemos que, sin duda, tenemos que mejorar nuestra docencia, generar más y mejor investigación, y profundizar las relaciones universidad-empresa; pero, sin duda, también, las universidades ni lo han hecho tan mal en el pasado, ni lo hacen tan mal como algunos pretenden.
Vivimos en una perpetua reforma inacabada, en la incertidumbre de normativas que deberán regular la organización de muchos de los aspectos básicos de la actividad universitaria. Por ejemplo, el Decreto de organización de las enseñanzas universitarias está todavía por aprobar y publicar. Tres años después de su primer borrador, que a su vez sustituía a uno anterior, todavía no está aprobado, aún no sabemos cuál es el camino que debemos tomar para cumplir los compromisos de Bolonia, y me temo que tendremos serias dificultades para alcanzar los objetivos previstos inicialmente para el 2010. Y es sólo un ejemplo.
Es tiempo de cerrar esas incertidumbres. Deben aprobarse ya las normas que han de regular las enseñanzas universitarias, y hacerlo con mesura y limitación, porque un exceso normativo puede hacer peligrar el éxito de los cambios que se pretenden. Debe culminarse, además, la mejora de los procedimientos para la habilitación del profesorado funcionario, que se han demostrado demasiado largos, costosos, frustrantes y escasamente funcionales; y deben construirse procesos más transparentes, útiles y consensuados en los sistemas de evaluación y acreditación de personas, títulos y centros; y todo ello debe producirse, en fin, en un espíritu de consenso y confianza mutua entre las diferentes administraciones, para llevar a cabo el desarrollo normativo que nos exige la modernización y avance cualitativo que todos queremos.
Por lo que se refiere al futuro de las universidades públicas valencianas hay dos temas enormemente trascendentes: El primero, la firma de la prórroga del Plan Plurianual de financiación, y la culminación de los trabajos para conseguir la renovación del modelo; y el segundo, la materialización del programa de inversiones para infraestructuras, mediante los instrumentos acordados, o mediante sus alternativos, tal como los acuerdos suscritos especificaban.
Aunque estamos plenamente seguros de que, superadas las dificultades, esos acuerdos, suscritos con la Presidencia de la Generalitat y nuestra propia Conselleria, se pondrán en práctica, deben perdonarnos la insistencia porque su ejecución apremia para que nuestras Universidades puedan disponer de infraestructuras que les son absolutamente necesarias, a fin de mantener los niveles razonables de calidad que hemos conseguido, y aumentar nuestra capacidad competitiva con otras universidades españolas y del resto de la Unión Europea.
Señor Presidente, no seríamos capaces de lograr estos objetivos sin el apoyo decidido de las instituciones de nuestra comunidad y, en particular, del Gobierno autónomo.
Somos conscientes de que sobre sus hombros recaen no pocas obligaciones y compromisos que buscan lo mejor para la sociedad valenciana, y que ello implica la toma de decisiones sobre el reparto de unos recursos que son limitados. Pero, sin duda, las universidades debemos mejorar nuestras infraestructuras, modernizar los laboratorios, cualificar las plantillas, y mejorar los recursos docentes, en aras del cumplimiento de los fines y metas que tiene una institución universitaria en el siglo XXI.
Somos conscientes también de que el Gobierno valenciano es sensible a nuestros proyectos y peticiones, y tenemos la absoluta confianza en que trabaja para resolver nuestros problemas. Por ello, estamos seguros de que, a lo largo del curso que ahora se inicia, podremos concluir, igual que lo han hecho otras universidades de otras comunidades, las acciones de mejora y de solución de las infraestructuras necesarias. Será una garantía en el éxito de la tarea que debemos realizar y que la sociedad exige.
Hoy es uno de octubre, día en el que se inicia oficialmente el curso 2007-2008 en las universidades valencianas. Tal día como hoy hace diez años, tenía lugar el solemne acto de apertura del curso académico de la UMH en este mismo día, y lugar. Sólo aspiro a que, dentro de otros diez años, podamos decir que durante ellos, nos perfeccionamos como instituciones y como ciudadanos, a que contribuimos, y a engrandecer a nuestras universidades valencianas y a nuestra comunidad.
Felicidades de nuevo a quienes han recibido los honores de nuestra Universidad.
Y, en especial, gracias al Muy Honorable Señor Presidente de la Generalitat, que hace diez años, como Conseller de Educación, tuvo un papel central en el nacimiento de una nueva universidad pública, la UMH, que toda la sociedad valenciana mediante sus más altas instituciones hizo posible. Gracias institucionales, y, si me lo permiten, mi agradecimiento personal, porque siempre encontré en él la ayuda y el apoyo que me fueron tan necesarios.
Les deseo a todos la mayor felicidad y los mayores éxitos en el curso académico que ahora se inicia.
Muchas gracias.