El investigador del Instituto de Neurociencias Richard Morris, reconocido con el premio más importante del mundo en Neurociencias
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1 marzo 2016
La Fundación Europea Grete Lundbeck de Dinamarca ha concedido el galardón “Brain Prize” al codirector de la Cátedra de Neurobiología Remedios Caro Almela del Instituto de Neurociencias, centro mixto de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Richard Morris. Este premio está considerado como el premio Nobel en Neurociencias y está dotado con 1 millón de euros. El investigador del Instituto de Neurociencias Richard Morris, quien comparte el galardón con Tim Bliss y Graham Collingridge, ha recibido este reconocimiento por su trabajo sobre los mecanismos de la formación de la memoria. Este premio se concede cada año a uno o más científicos que se han distinguido por su contribución al conocimiento neurocientífico.
La investigación de los profesores Morris, Bliss y Collingridge se ha centrado en el mecanismo cerebral conocido como Potenciación a Largo Plazo (LTP, según sus siglas en inglés), que subyace a los procesos de aprendizaje y memoria. Sus descubrimientos han revolucionado la forma en la que se entiende la formación, retención y pérdida de la memoria. El premio a los tres neurocientíficos del Reino Unido prueba el fuerte y continuo apoyo que los organismos de financiación del Reino Unido, particularmente el Consejo de Investigación Médica, ha proporcionado a su investigación durante las últimas tres décadas. El príncipe Frederick de Dinamarca les entregará el premio el 1 de julio en Copenhague.
Los tres neurocientíficos mostraron cómo las conexiones (las sinapsis) entre las células cerebrales en el hipocampo (una estructura central para la formación de memoria) pueden fortalecerse a través de su estimulación repetida. Su trabajo ha revelado algunos de los mecanismos subyacentes a este fenómeno y ha mostrado que la Potenciación a Largo Plazo constituye la base de la habilidad para aprender y recordar.
El presidente del jurado, Colin Blakemore, ha señalado que “la memoria está en el corazón de la experiencia humana. Los ganadores de este año, a través de su investigación pionera, han transformado nuestra forma de entender el aprendizaje y la memoria y los efectos devastadores de su pérdida”.
Sin la capacidad de la memoria para almacenar la información en los cerebros no se podría recordar el pasado y no se podría planear el futuro. Sin memoria, no se podría reconocer a otras personas, andar por el mundo o tomar decisiones basadas en las experiencias pasadas. Sería imposible aprender a hablar, montar en bicicleta, conducir o utilizar un teléfono móvil inteligente.
El codirector de la Cátedra de Neurobiología Remedios Caro Almela del Instituto de Neurociencias y recién galardonado, Richard Morris, ha explicado que “todos nosotros tuvimos la gran fortuna de contar con buenos grupos de investigación, desde los estudiantes de grado hasta los investigadores post-doctorales. Todos reconocemos nuestra deuda con ellos y esperamos que este premio reconozca la importancia fundamental de cada una de sus contribuciones. Gran parte del trabajo que hemos hecho en la Potenciación a Largo Plazo estuvo inspirado por la curiosidad sobre cómo el cerebro almacena la memoria. Sin embargo, es inevitable que el conocimiento de los mecanismos básicos lleven al desarrollo de estrategias terapéuticas, dirigidas a aliviar las patologías de la memoria, cada vez más importantes en una sociedad que envejece”.
La fortaleza de las conexiones entre neuronas en el cerebro puede cambiar en respuesta a la experiencia. La Potenciación a Largo Plazo (LTP) ejemplifica esta plasticidad inherente, que subyace a la increíble capacidad del cerebro para reorganizarse espontáneamente, al menos en cierta medida, después de daños como un derrame cerebral o tras la pérdida de una modalidad sensorial como en la ceguera. A la inversa, déficits y trastornos en la capacidad para alterar la fuerza sináptica parecen estar implicados en muchas enfermedades que afectan a millones de personas alrededor del mundo, que incluyen el autismo, la esquizofrenia, el estrés, la ansiedad, la depresión, el dolor crónico, la epilepsia y la adicción. La nueva información sobre la función de la LTP ayudará a guiar el camino para mejorar sus tratamientos.
En 1986, Richard Morris mostró que la LTP era necesaria para que ratas y ratones aprendieran a encontrar su camino en un espacio nuevo, mediante un nuevo método que él mismo desarrolló. A través del uso de fármacos específicos que actúan sobre los receptores de NMDA, comenzó un largo programa de investigación que estableció el papel de la LTP en la memoria.