La dieta mediterránea previene y revierte el hígado graso no alcohólico, según un estudio internacional en el que participa la UMH
11 octubre 2023
Mientras que una alimentación pobre, como los productos procesados, promueve la esteatosis hepática no alcohólica, una dieta saludable previene la retención de grasa en el hígado. Un equipo de investigadoras e investigadores de España, Israel e Italia ha publicado en el British Journal of Medicine una recomendación basada en la evidencia científica que insiste en dar más importancia a nivel social a esta enfermedad, que afecta a más del 30% de la población y está ligada a la obesidad, la diabetes tipo2, el síndrome metabólico, la dislipemia y la hipertensión arterial. El catedrático de Fisiología de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche Bernat Soria, coautor del estudio, se sometió voluntariamente a una biopsia hepática para demostrar que la enfermedad del hígado graso no alcohólica es reversible si se tienen hábitos saludables de alimentación y actividad física.
La Enfermedad Hepática Grasa No Alcohólica (EHGNA) implica una acumulación de grasa en las células hepáticas en individuos que consumen poco o ningún alcohol. Se ha convertido en un problema de salud pública en constante crecimiento, estrechamente relacionado con la obesidad y los trastornos metabólicos. Según el estudio publicado en el British Journal of Medicine, más del 30% de la población adulta mundial sufre de hígado graso, con un crecimiento anual estimado del 0.7%. Esta enfermedad, que puede evolucionar hacia una fibrosis hepática en el 10-15% de los pacientes, representa uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de cáncer de hígado.
“La evidencia científica acumulada hasta el momento”, comenta el investigador del Instituto de Bioingeniería de la UMH Bernat Soria, “demuestra que la dieta desempeña un papel crucial en esta enfermedad”. Una alimentación deficiente, con demasiados ácidos grasos saturados y azúcares, típicos de los productos procesados y las bebidas azucaradas, contribuye al daño hepático y a trastornos en el tejido adiposo, inflamación sistémica y desequilibrio de la microbiota intestinal. Por el contrario, dietas como la mediterránea –basadas en verduras, fruta, legumbres, frutos secos, grano integral y pescado- puede reducir el riesgo de sufrir hígado graso y promueve la salud cardiometabólica. En concreto, una reducción del 10% del peso junto con los cambios en estilo de vida, como paseos diarios, disminuye la acumulación de grasa en el hígado, la inflamación y la fibrosis. “Es más, un estilo de vida saludable no solo previene la EHGNA sino que puede llegar a revertirla”, enfatiza el profesor de la UMH, quien sufre la enfermedad.
Además de ser coautor de la publicación, Bernat Soria, investigador del Instituto de Investigación Sanitaria y Biomédica de Alicante (ISABIAL), aportó la visión desde el lado del paciente con hígado graso. Se sometió a una biopsia para demostrar que, tras un periodo de dieta mediterránea y actividad física, el hígado graso se cura. No se trata de la primera vez que un investigador se somete a una intervención para probar la validez de una hipótesis. En 1956, el médico alemán Werner Forssmann recibió el Premio Nobel por su técnica pionera para la cateterización del corazón humano, que realizó por primera vez y con éxito en él mismo.
Un estudio previo del profesor Soria ya había demostrado los efectos beneficiosos del aceite de oliva virgen extra en la acción de la insulina (Mol Nutrition Food Res 2016; Scientific Reports 2019) y más recientemente los efectos beneficiosos de la Terapia Celular para retrasar la aparición de la diabetes tipo 1 (Frontiers Cell Dev Biol 2023). Los efectos antiinflamatorios y regenerativos de dicha Terapia Celular ayudaron a la disminución de la mortalidad por COVID-19 (The Lancet-eClinical Medicine 2020) y a la recuperación de la capacidad cognitiva en ratones (Frontiers in Neuroscience 2019).
El estudio, liderado por el investigador del CIBEREHD y del Hospital Universitario Virgen del Rocío de Sevilla Manuel Romero Gómez, aboga por un enfoque integral que involucre a toda la sociedad a través de la concienciación, la educación y el cambio de políticas. Prevenir la obesidad y el hígado graso, apuntan los investigadores, pasa por la promoción de un estilo de vida saludable desde edades tempranas, la participación activa de los profesionales de la salud, la regulación de la publicidad de alimentos no saludables y la implementación de políticas gubernamentales, como impuestos a las bebidas azucaradas y la reformulación de alimentos.
Acceso al artículo: https://www.bmj.com/content/383/bmj-2023-075179