Un estudio de la UMH demuestra que las interacciones mantenidas entre humanos y carroñeros han sido determinantes en la evolución humana
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15 abril 2014
Un equipo internacional de investigadores, liderado por científicos de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, ha concluido que las interacciones que ha mantenido el ser humano durante milenios con los animales carroñeros, como buitres, hienas y leones, han sido determinantes de primer orden en la evolución y el bienestar de los humanos. Además, los resultados del estudio advierten que la extinción de grandes mamíferos carnívoros amenaza con hacer desaparecer los numerosos servicios de los que los humanos actuales y futuros podrían beneficiarse. Este hallazgo ha sido publicado en la revista BioScience y tiene numerosas implicaciones en la identidad cognitiva, ecológica y cultural del hombre actual.
El estudio, liderado por los investigadores del Área de Ecología del Departamento de Biología Aplicada de la UMH Marcos Moleón y José Antonio Sánchez Zapata, está basado en una revisión de los últimos argumentos que se han publicado en revistas científicas especializadas y ofrece una perspectiva singular de la evolución humana, desde el origen del primer homínido hace unos dos millones de años, hasta la aparición y el desarrollo del hombre moderno.
“La forma en que los humanos han adquirido carne, desde que ésta se convirtiera en componente fundamental de nuestra dieta, ha cambiado desde el consumo de animales muertos a la caza de animales vivos, la domesticación de animales salvajes y, finalmente, la explotación intensiva de animales domésticos”, explican los investigadores en el estudio. “En cada uno de estos periodos, los humanos han estado estrechamente relacionados con otros animales carroñeros. Al principio, la interacción era principalmente competitiva, pero cuando los humanos pasaron de consumir carroña a generarla, los carroñeros se vieron altamente beneficiados de la relación. Además, en la actualidad somos los humanos los que nos beneficiamos de los múltiples servicios ecosistémicos que proporcionan los carroñeros”.
Sin embargo, el estudio concluye que “el actual proceso de extinción y rarefacción de los buitres y grandes mamíferos carnívoros en amplias regiones del planeta amenaza seriamente con hacer desaparecer los numerosos servicios de los que los humanos actuales y futuros podrían beneficiarse. Por tanto, la continuidad de estos animales carroñeros entre nosotros no es sólo importante para mantener la biodiversidad del planeta, sino también de cara a nuestro propio bienestar y nuestra identidad ecológica y evolutiva”.
Las implicaciones humanas de la ancestral y cambiante relación entre humanos y carroñeros son múltiples. Según los investigadores, el estudio muestra que “los beneficios para los humanos van desde la provisión de alimento, ya que las carroñas eran más fácilmente localizables si otros carroñeros ya estaban presentes en ellas, hasta el control de enfermedades infecciosas (gracias a la eliminación de los restos animales en las inmediaciones de los asentamientos humanos), pasando por la catálisis de la diversidad cultural, por ejemplo, a través de la necesidad de perfeccionar las primeras herramientas de piedra para ser competitivamente exitosos”.
Además, este trabajo indica que “los dos atributos más distintivos del ser humano, el desarrollo del lenguaje y la colaboración cooperativa, fueron probablemente resultado de las presiones selectivas asociadas al consumo primigenio de carroña”.
El equipo de investigadores que ha desarrollado este estudio está formado por el investigador de la UMH y de la Universidad Witwatersrand (Johanesburgo, República Sudafricana) Marcos Moleón, el investigador de la UMH José Antonio Sánchez Zapata, el de las universidades de Berna (Suiza) y Lleida Antoni Margalida, el de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) Martina Carrete, el de la Universidad de Witwatersrand Norman Owen-Smith y el de la Estación Biológica de Doñana (CSIC, Sevilla) José Antonio Donázar.