Descifran cómo funcionan los mecanismos cerebrales que se activan para tomar decisiones complejas

Un equipo de investigación del Instituto de Neurociencias UMH-CSIC (centro mixto de la Universidad Miguel Hernández de Elche y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas) ha participado en una investigación española que descifra las bases funcionales de la corteza prefrontal. Esta región cerebral está relacionada con los complejos mecanismos selectivos que debe realizar el cerebro cuando es preciso decidir entre varias opciones, o discernir si esconveniente la realización de un determinado acto.

El trabajo, publicado en el último número de la revista Proceedings de la
Academia Nacional de Ciencias estadounidense (PNAS), ha demostrado en un modelo animal que durante la activación de estos mecanismos de decisión el cerebro continúa aprendiendo.

El estudio, dirigido por los investigadores de la Universidad Pablo de Olavide, en Sevilla, Agnès Guart y José María Delgado, ha contado con la participación del equipo del investigador Alfonso Fairén, que trabaja en el Instituto de Neurociencias UMH-CSIC.

Para los autores, el trabajo aporta nueva información sobre los mecanismos relacionados con el control de la actividad cerebral durante el aprendizaje.’La corteza prefrontal controla muchas actividades cerebrales que nos distinguen como humanos, no sólo en el aspecto cognitivo, sino también en la valoración subjetiva y afectiva del conocimiento’, apunta Fairén. ‘Conocer más sobre la corteza prefrontal nos ayudará a conocernos mejor a nosotros mismos’, precisa.

Además del conocimiento funcional, según apuntan los investigadores, el estudio puede aportar nuevos datos en investigaciones sobre ciertas patologías psiquiátricas, como la esquizofrenia, que tienen como base una alteración de la corteza prefrontal.

Los científicos analizaron en el trabajo los estímulos cerebrales de varios conejos a través de su parpadeo. En un primer momento, desarrollaron experimentos en los que el animal realizaba simples parpadeos reflejos para, más adelante, estudiar un aprendizaje complejo en el que el animal debía aprender que un breve sonido le alertaba de la llegada de un soplo de aire en su córnea y, por tanto, le convenía cerrar los parpados para evitar molestias.

El tercer paso, aclara el investigador del Instituto de Neurociencias UMH-CSIC implicó la activación eléctrica de la corteza prefrontal, que indujo la inhibición del comportamiento motor de los conejos que formaban parte del estudio. ‘Esta paralización motora incluso llega a inhibir el parpadeo normal que sigue a un leve roce de las pestañas’, señala Fairén.

La situación de parálisis que induce la corteza prefrontal en animales como el conejo es una situación bastante habitual que se produce, por ejemplo, cuando aparece en las proximidades un posible depredador.

‘La situación de congelamiento se asocia a la reacción instintiva del animal para no ser localizado por el potencial agresor. Sin embargo, el trabajo demuestra que, en ese estado, el conejo sigue aprendiendo. Sin mover ni una sola pestaña, el animal analiza las estrategias de su cazador. El aprendizaje sigue activo, aunque no se manifieste’, apunta el científico.

Fairén explica las aportaciones del trabajo al conocimiento de los mecanismos del cerebro humano:’El proceso evolutivo ha ido transformando esa misma inhibición motora propia del conejo cuando se activa la corteza prefrontal en mecanismos más sofisticado’. Así, en el ser humano, la activación de esta parte del cerebro permite tomar importantes decisiones sobre lo que debe o puede hacer en determinadas circunstancias, añade Fairén.

‘Esas decisiones se toman con pleno conocimiento de lo que decidimos y hacemos, al tiempo que el cerebro prosigue con su aprendizaje. Podemos, en definitiva, aprender, aunque los efectos externos del aprendizaje no se manifiesten’, concluye el investigador.

Elche, 26 de junio de 2007

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