Un estudio en el que participa la UMH propone elevar la altitud del vuelo de las avionetas para evitar colisiones con cigüeñas y buitres

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13 mayo 2021

Un cambio legislativo para elevar el vuelo de las avionetas por encima de los 1.300 metros de altitud ayudaría a evitar el riesgo de colisiones con cigüeñas y buitres, según un estudio en el que participan 16 científicos europeos y americanos, coordinados por la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche y la Estación Biológica de Doñana (CSIC). La colisión de estas aves provoca, en ocasiones, accidentes mortales, por lo que con este cambio legislativo se aumentaría la seguridad de la aviación civil.

Esta conclusión se extrae de un novedoso estudio sobre el patrón de vuelo de buitres y cigüeñas a través de GPS, que ha sido coordinado por el Centro de Investigación e Innovación Agroalimentaria y Agroambiental (CIAGRO) de la UMH, junto a la Estación Biológica de Doñana. Se ha analizado el vuelo en la Península Ibérica de 92 buitres leonados, procedentes de cuatro poblaciones españolas; de 15 buitres negros de España y Portugal; y de 103 cigüeñas blancas, procedentes de Alemania y España. El GPS ha proporcionado una ingente cantidad de datos. Entre ellos, que estas aves tienen mayor actividad de vuelo en las horas centrales del día, de 10:00 a 16:00 horas, y en los meses comprendidos entre marzo y septiembre.

Esto se debe a que son ejemplares planeadores que necesitan corrientes térmicas para volar eficientemente y, por ello, concentran su actividad en los periodos de mayor insolación y disponibilidad de aire ascendente. Según ha explicado el investigador del CIAGRO-UMH Eneko Arrondo, quien ha liderado la investigación, justo en esos meses es cuando se registran más accidentes graves. Asimismo, Arrondo ha añadido que se ha comprobado que, contrariamente a la creencia popular que atribuye a estas aves alturas de vuelo exageradas, los buitres y cigüeñas circulan por debajo de los 1.300 metros de altura. Este hecho, unido a que las aeronaves de pequeño porte (avionetas) vuelan (obligadas por ley) por debajo de los 900 metros sobre el suelo, provoca que aparatos y aves “compartan espacio” y se multiplique el riesgo de choque.

Este estudio fue presentado en enero de 2020 en Madrid durante el II Foro de Aviación y Fauna, organizado por la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), para sugerir un cambio legislativo sobre el techo de vuelo de la aviación general, algo que podría ser útil, aunque el trámite sea complicado. Mientras tanto, los resultados permiten recomendar a los pilotos que, entre marzo y septiembre, tomen otras medidas preventivas como volar lo más alto posible o hacerlo a baja velocidad, ya que “la fuerza de un impacto tiene que ver con la velocidad, de manera que el golpe es más leve cuanto menos rápido se vaya”.

El riesgo de colisión entre un ave y una aeronave existe desde los albores de la aviación, ha recordado el investigador de a UMH Arrondo, concretamente desde que los hermanos Wright chocaran con una gaviota tan solo un año después de que, en 1903, patentaran el primer aeroplano. Desde el 2000, se tiene constancia de doce avionetas precipitadas al suelo en España con 15 fallecidos, tras colisionar con buitres leonados y negros y cigüeñas blancas, que causaron destrozos en hélices, motores o cabinas, principalmente.

Pese a que estas cifras son un mínimo porcentaje entre las decenas de miles de vuelos anuales de avionetas, ultraligeros y planeadores, los expertos consideran necesario extremar los esfuerzos para intentar reducirlos.

Asimismo, Arrondo ha destacado que este trabajo científico es “un claro ejemplo de cómo los estudios ecológicos sirven para preservar la biodiversidad y, además, pueden tener una aplicación inmediata para reducir importantes pérdidas económicas y riesgos para las personas”.

Los autores del informe son los investigadores del CIAGRO de la UMH Arrondo y José Antonio Sánchez-Zapata; Marina García-Alfonso, Julio Blas, Manuel de la Riva y José Antonio Donazar (Estación Biológica de Doñana); Ainara Cortés-Avizanda (IMEDEA CSIC-UIB); José Jiménez y Antoni Margalida (IREC, CSIC-UCLM-JCCM); y Pilar Oliva-Vidal (U.Lleida).También, Travis L.Devault (U.Carolina, EEUU); Wolfgang Fiedler, Martin Wikelski y Andrea Flack (U.Constanza, Alemania); Sergio A.Lambertucci (U.Comahue de Bariloche, Argentina); y el suizo W.Louis Phipps (Zurich). EFE

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