Identifican por qué fallan algunas terapias relacionadas con la aparición del Alzheimer
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25 septiembre 2017
El grupo de investigación del profesor de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche e investigador del Instituto de Neurociencias, centro mixto de la Universidad y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Javier Sáez Valero ha identificado un nuevo marcador temprano en el líquido cefalorraquídeo que muestra variaciones antes de la aparición de síntomas del Alzheimer. El estudio del grupo de investigación “Mecanismo molecular alterado en la enfermedad de Alzheimer y la demencia” ha sido publicado en la revista Molecular Neurobiology.
El investigador de la UMH Sáez Valero ha destacado la importancia de realizar diagnósticos lo más temprano posible para intervenir terapéuticamente cuando el deterioro es menor. “Debemos aprender del fallo de las terapias ensayadas hasta ahora”, ha señalado. Este trabajo se centra en los inhibidores de la γ-secretasa (GSI), una de las enzimas que intervienen en la formación de la proteína beta amiloide, característica de la enfermedad de Alzheimer y responsable de la formación de las placas amiloides.
Según los investigadores, los compuestos que inhiben la enzima γ-secretasa, dirigiéndose a uno de sus componentes, la presenilina 1, son agentes terapéuticos potenciales frente a la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, los ensayos clínicos hasta la fecha han sido decepcionantes. El equipo de Javier Sáez ha investigado los motivos por los que esto ocurre y ha encontrado evidencia de que la inhibición de γ-secretasa, en lugar de producir los efectos esperados, que suponen la reducción de la acumulación de proteína amiloide, provoca un efecto rebote que aumenta la formación de esta proteína anómala tóxica. Este hallazgo puede ser de gran importancia en el diseño de terapias específicas para la enfermedad de Alzheimer, basadas en los inhibidores de la γ-secretasa y otros fármacos relacionados.
El investigador Sáez Valero ha señalado que “debemos aprender del fallo en las terapias usadas hasta la fecha, como hemos intentando en este estudio. Esto ayudará en el desarrollo de nuevas terapias. Una de las dificultades en el logro de terapias efectivas puede deberse, además de la complejidad de esta patología, al uso de modelos de roedores que, aunque son valiosos, no son equivalentes al humano”.
En mayo, el grupo de Sáez Valero detectó un nuevo biomarcador que podría alertar del alzhéimer antes de su aparición. En este trabajo, que se publicó en Scientific Reports, los investigadores demostraron que uno de los fragmentos terminales de la Proteína Precursora del Amiloide (APP), que se creía que no era estable, sí lo es y, además, está aumentado en líquido cefalorraquídeo de personas con diagnóstico clínico de Alzheimer y también en las primeras fases de la enfermedad.
El investigador del Instituto de Neurociencias ha explicado que “actualmente, estamos retomando la necesidad de realizar diagnósticos lo más tempranos posible para intervenir terapéuticamente cuando el deterioro es menor. El ensayo de terapias en esas fases puede ser muy importante”. Asimismo, Javier Sáez ha señalado que, “pese a que en los últimos años los fármacos testados han fallado (cerca de doscientos) en curar o al menos en enlentecer de forma significativa la progresión de la enfermedad, se muestra optimista ya que el diagnóstico temprano ayudará en esa ineludible aspiración. Probablemente, el enfoque no será un fármaco con una sola actividad, sino varios. Mientras, se debe dar importancia a la parte preventiva, promover un envejecimiento saludable a través del control del colesterol, la diabetes, hipertensión y otros factores de riesgo, además de mantener la actividad intelectual y física durante toda nuestra vida, incluida la vejez”.
Una de cada diez personas mayores de 65 años, en su mayoría mujeres, padece Alzheimer, una enfermedad cuyo principal factor de riesgo es la edad. A los 85, afecta ya a una de cada tres personas. En total, en España se calcula que hay más de 1.125.000 personas afectadas y repercute en la vida de otros cuatro millones y medio, al tratarse de una patología cuyos cuidadores suelen ser los familiares. Se prevé que en 20 o 30 años se doblará el número de personas que la padecen.
En este estudio participan, además de los investigadores del Instituto de Neurociencias Sáez Valero, María Salud García y Aitana Sogorb, investigadores del Centro de Investigación Príncipe Felipe de Valencia y profesores de la Universidad de Gothenburg (Suecia).